El mundo del boxeo en la Argentina retrotrae el pasado como ningún otro submundo social en este país. Tal vez sea, como escribió Sabato en el Túnel, porque el hombre tiende a olvidar detalladamente lo que sucedió y, ante lo que sucede en el presente, el pasado le parece mejor. También, puede ser que el tiempo pasado fue, en el círculo de los golpes, realmente mejor que ahora por la presencia y nivel de enormes campeones.
Por eso, recordar el segundo en que el gran Muhammad Ali se puso de rodillas ante Oscar Natalio Ringo Bonavena, en el Madison Square Garden el 7 de diciembre de 1970, podría generar un éxtasis en todos aquellos que no tienen memoria y por eso piensan que lo que sucedió hace años fue mejor.
Cassius Clay, dueño del apodo el “Bocón”, por cómo se refería a sus rivales en las preliminares, había pronosticado noquear (rara vez se equivocaba al predecir en que vuelta ganaría) a Bonavena en el noveno round.
Justamente, fue en ese round cuando el de Parque Patricios estuvo más cerca de tirar al yanqui-Musulmán.
La recordada novena vuelta comenzó con una izquierda de Ali que impactó en la cara del Ringo, talvez, tratando de hacerle recordar al argentino que ese sería su último round. A esa altura de la pelea ambos boxeadores todavía conservaban un buen reto físico y por eso pudieron realizar uno de los mejores pasajes en la historia del boxeo.
Alí, quien se presentaba por segunda vez luego de cuatro años y siete meses de inactividad por negarse a alistarse en el ejército de Estados Unidos, cayó y apoyó un pie sobre la lona del cuadrilátero del Madison Square Garden tras recibir un gancho al hígado fulminador. El golpe que Bonavena inyectó sobre la humanidad de Clay, lo hizo retroceder al mismo tiempo que lo dobló como si fuera de goma. A retroceder, el norteamericano, impresionantemente, se elevó en el aire por un segundo debido a la potencia del golpe.
La rodilla izquierda de el Bocón se incrustó en la lona y con ayuda de la mano del mismo lateral del cuerpo se levantó sin demostrar la más mínima dolencia. El estallido del Garden aturdió el audio de la transmisión, y Bonavena reconoció que en el round en el que el moreno pronosticó noquearlo, él había logrado tirarlo.
La confianza que le generó esa temprana situación de round, al porteño lo cargó de pilas y lo llevó a buscar el cruce. Bonavena arremetió con el mismo gancho de izquierda pero sin generar el mismo impactó. El Madison se volvió a levantar provocado por los golpes del argentino. Luego, cuatro trompadas del porteño impactaron en la cabeza de Clay, el Ringo se plantaba, era más, era el mejor de todos por momentos.
El empujón al que Cassius Clay tuvo que recurrir para tirarlo al “Quemero” luego de haber recibido una combinación, fue una clara imagen sobre quién dominaba la pelea. Bonavena se repuso del empujón y con guapeza, pese a haberse comido un derechazo que casi lo tumba –hasta se puede observar que su cuerpo tiembla- , Bonavena lo puso contra las cuerdas al “Más campeón” y con una mano arriba, que hizo menear su cabeza, volvió a poner gritos en las gargantas de los presentes en el estadio de Nueva York.
Un gancho de izquierda y una combinación de Bonavena era lo que le quedaba a esos emocionantes tres minutos de combare. En el round que Ali pronosticó noquear a Oscar Bonavena, el Ringo estuvo a punto de alcanzar la gloria eterna. En la capital del mundo, sobre la capital del boxeo, Bonavena se arrodilló e hizo arrodillar, estuvo a punto de noquear y casi lo noquean.
Mohamed Alí se equivocó con el pronóstico, Bonavena demostró ser más de lo que esperaban. No tan sólo no fue noqueado en el noveno round, sino que tiró a Mohamed Alí. Una imagen que nadie se puede olvidar, sin importar si el tiempo pasado fue mejor.
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